NARANJA AGRIA, CURIOSIDAD MEXIQUENSE

Foto: Agricultura, Gobierno de Tamaulipas.

Amecameca, Estado de México, 16 de agosto de 2023.-

Las naranjas ocupan un lugar fundamental en el imaginario de los mexicanos. No podemos pensar en un desayuno que no tenga su rico jugo ni en una ensalada navideña que no tenga su dulce y peculiar sabor.

Según, Bernal Díaz del Castillo, él mismo habría sido el introductor de la naranja a México, cuando en una parte de lo que hoy es Veracruz, se sentó a comer una fruta y al escupir los huesos, sin querer, fructificaron. Soy Laura Ramírez y me pareció interesante hablar de cómo una fruta llegó casi por accidente.

En la Región de los Volcanes se conoce desde hace muchos años una naranja que es agria y que se cultiva en los traspatios y corrales de las casas de varios pueblos. Es de cáscara gruesa y en su sabor, aunque dulce, prevalece justamente un amargor que limita su uso como fruta, pero que permite ser usada en otras preparaciones. Esta naranja agria se da en climas templados y semifríos.

     Foto: www.tiangue-biodiversidad.com

A inicios del siglo XIX, en Ozumba, Mariano Rodríguez, comenzó a hacer experimentos para tratar de aclimatar la naranja dulce, típica de tierras cálidas de estos pueblos de la región de los volcanes. Hizo pruebas y experimentos hasta mezclar tierra con estiércol de cabra, y con ese sustrato realizó su cultivo. Las naranjas prosperaron, eran dulces y de buen tamaño pero desde luego no tan exquisitas como las de tierra caliente.

El experimento de don Mariano pronto comenzó a replicarse en la región de los volcanes, y durante el siglo XIX sucedió lo que hoy día con otros cultivos y frutos: comenzaron a expandirse, a cultivarse, a mejorarse y aclimatarse.

Pronto, los pueblos de la región comenzaron a vender sus naranjas agrias en la Ciudad de México. No se usaba como una fruta, sino sobre todo para hacer confituras de las medicinas y en algunos dulces cristalizados. Aún hoy, en algunas casas y corrales de los pueblos de la región, se pueden apreciar estos árboles frutales, “una pequeña joya” que sobrevive el clima y el tiempo.