Londres, 11 de noviembre de 2022.-
Tras cinco largos años de restauración, el Big Ben londinense, probablemente el reloj más famoso del mundo, saldrá oficialmente de su silencio este próximo domingo para volver a marcar el ritmo de los días en la capital británica.
Con su inmensa campana de 13,7 toneladas, el gran reloj que domina el Parlamento británico reanudará su actividad habitual tras una minuciosa limpieza de las más de 1.000 piezas que componen su mecanismo.
Recordemos que el pasado agosto de 2017, una multitud se congregó en Westminster para escuchar los últimos tañidos de sus cinco campanas de hierro fundido. Algunos incluso derramaron una lágrima.
Muchos volverán a reunirse allí el domingo a las 11:00 GMT para oír de nuevo el sonido de este símbolo de Londres: su carillón de cuatro campanas volverá a sonar cada cuarto de hora mientras la campana principal lo hará cada hora, como durante los 158 años anteriores a la renovación.
La fecha coincide con el domingo siguiente al 11 de noviembre, día en que el Reino Unido conmemora el armisticio de la Primera Guerra Mundial.
#BigBen chiming 15:00hrs on 10/11/2022.
— Colin Brough (@colbro999) November 10, 2022
'We're back!' pic.twitter.com/mrKpTa1sRt
En los últimos cinco años, el Big Ben ha sonado en contadas ocasiones utilizando un mecanismo eléctrico sustitutivo, la última para el funeral de la reina Isabel II, fallecida en septiembre.
En lo alto de la “torre isabelina” del palacio de Westminster, de 96 metros, las campanas están protegidas por un exterior rojo para evitar la entrada de murciélagos y palomas.
La “torre isabelina”, el nuevo nombre que se dio en 2012 a la torre del reloj con motivo del jubileo de diamante de la monarca, fue construida en la década de 1840.
En aquel entonces, sin tráfico ni rascacielos, “en una noche tranquila se podía escuchar (el Big Ben) hasta 24 km de distancia”, recuerda el relojero.
La restauración implicó limpiar y pintar los brazos y los martillos pero las campanas no se movieron.
La campana principal, el Big Ben, es tan grande que para moverla habría que levantar todo el suelo del campanario.
Con información de: Milenio